ACTIVIDAD III: LA HORA DEL CUENTO
LA VACA QUE PUSO UN HUEVO.
El cuento es una actividad didáctica llena de sentido que hay que planificar cuidadosamente. Si la llevamos a cabo correctamente, ayudaremos al niño a introducirse en un mundo lleno de posibilidades que le llevará a ampliar su conocimiento y a desarrollar su imaginación.

Cuando los niños aún no saben leer o simplemente son capaces de descodificar, los adultos nos convertimos en sus trovadores. Nosotros somos los responsables de  transmitirles no solo lo que dicen los libros y los textos, sino también de hacerlos disfrutar con la literatura y de conseguir que deseen aprender a leer.

Existen tres tipos de estrategias a la hora de desarrollar un cuento:
·         El cuentacuentos: Relatos transmitidos oralmente, es decir,
·       La narración con libro: El narrador va recreando la historia a través de las ilustraciones que muestra a los niños y va asegurándose de que se fijan en los detalles, en los gestos, en los movimientos...
·    La lectura: Se lee el texto del cuento de forma literal. El niño que escucha, lee la significación de la narración en la entonación, en el ritmo, en el gesto, en los movimientos corporales...

Para llevar a cabo el taller cooperativo de comunicación literaria que realizamos en el salón de actos, yo elegí la estrategia de lectura leyendo el libro “La vaca que puso un huevo” junto con Paula Rabadán, que se encargó de la narración con libro y junto a Inés Rivero, que se encargó del cuentacuentos.

Me parecería adecuado leer este libro a niños de entre 2 o 3 años, ya que las ilustraciones son bastante llamativas y puede parecerles muy divertido. Además, fue por esto mismo por lo que elegí este cuento, ya que sus ilustraciones son simples pero divertidas, podemos encontrar diferentes escenas a modo de cómic consiguiendo que nos detengamos en cada página para ver los detalles y seguir con más atención la historia… incluso aparecen dibujos superpuestos, donde los colores pueden haber sido escogidos para representar según qué ideas. Teniendo en cuenta que iba a leerlo, el texto no debe ser demasiado largo para que los niños no pierdan el interés por la historia, y este cuento se adapta perfectamente a esta característica.

A la hora de prepararme esta actividad en casa lo hice de tal forma:
1.      Me leí el cuento varias veces.
2.  Me grabé en audio y posteriormente en vídeo para comprobar la entonación y la colocación del cuento.
3.      Lo leí frente al espejo de mi habitación.
4.      Y por último, se lo conté a mis padres.

Además, me pareció que debía ir haciendo pausas antes de pasar a la siguiente página, ya que así podría potenciar ese interés por saber qué va a ocurrir en la siguiente hoja. Especialmente al final del libro hay una ilustración que para mí, debía leer con más ímpetu, por lo que elegí hacer el sonido más alto y pasar el libro más cerca de ellos para crear ese énfasis del final: 
En todos los turnos comencé mi lectura diciendo: “Voy a leeros este cuento…” y a continuación, después de decir su título, como la portada tiene el dibujo del huevo hueco, dejaba que lo tocasen. Cuando terminaba de leerlo, les hacía varias preguntas como: ¿Os ha gustado? ¿Habéis visto alguna vez a una vaca poner un huevo? ¿Creéis que eso puede ser posible?

La primera vez lo hice con Paula Rabadán e Inés Rivero, las cuales hicieron los siguientes comentarios sobre mi lectura:

-          Paula: Le gustó la entonación y que señalase los dibujos mientras iba leyendo. Además, me dijo que me había trabado un poco y que le habría gustado que hubiese hecho preguntas más variadas.
-          Inés: Me propuso hacer más pausas.

La segunda vez lo hice con Ana Martínez e Irene Folgueira y poniendo en práctica lo que me dijeron mis anteriores compañeras, intenté corregir lo de las pausas. Posteriormente me dijeron:

-          Ana: Le gustó mucho ya que es un cuento original y muy colorido. Pensó que la edad elegida es muy adecuada pero también me aconsejó que leyese un poco más despacio para que los niños pudiesen seguir mejor la historia.

-          Irene: Pensó que lo hice con mucha naturalidad y sin trabarme, a lo que señaló que eso era porque me lo había preparado muy bien. Para mejorar, me propuso que lo hiciese más pausado ya que por ejemplo a ella sí que la dio tiempo a ir viendo lo que ocurría en cada una de las páginas pero a un niño más pequeño quizás no.

La tercera vez y última lo hice con Laura Luna y Carmen Martín. Poniendo en práctica todo lo que me habían dicho mis cuatro compañeras, decidí tomármelo con más calma y hacerlo con más naturalidad. Luego, me dijeron los siguientes comentarios:

-          Laura: La gustó mucho el tono de voz ya que se me escuchaba bien incluso las veces en las que estaba mirando el libro. Además de la entonación y las pausas al hacer la onomatopeyas. Algo que me propuso para mejorarlo un poco fue que en las páginas donde salían las viñetas, que acercase el libro a los niños para que las viesen detenidamente.
-          Carmen: Pensó que lo hice bastante bien. La gustó mucho la idea de que dejase tocar el huevo de la portada y las preguntas que hacía al final.


CONCLUSIÓN:
Con esta estrategia podemos ayudar al niño a identificarse con el personaje, a conocerse a ellos mismos, que pongan en común sus miedos... ya que el niño o niña se encuentra en un momento de descubrimiento, de investigación, de ansia por aprender, por conocer.
Respecto a las otras dos estrategias, los cuentacuentos hacen que con la narración se enriquezca la imaginación de los niños. Bajo cada palabra, construyen en sus mentes la escena descrita y la ven con los ojos de la imaginación.
Y en cuanto a la narración con libro, los maestros utilizan para esta técnica libros grandes con ilustraciones llamativas y de un tamaño suficiente como para que puedan verlas todos los niños. Esta técnica favorece, fundamentalmente, el juego simbólico, la identificación con los personajes y la comprensión de las acciones.
Durante la actividad me he sentido muy cómoda en cada uno de los grupos, ya que, por ejemplo, a las preguntas del final me contestaban con voz de niño (algo que lo hacía más divertido), se notaba la atención puesta en mi lectura ya que en los momentos graciosos ellas respondían con una sonrisa… aunque es cierto que en los dos primeros turnos estuve un poco más nerviosa y eso me provocó el leer un poco más rápido sin darme cuenta.
Algo que he podido sacar en claro con los comentarios de mis compañeras es que uno de mis puntos fuertes es la naturalidad y la entonación. Sin embargo, como punto débil serían los nervios y lo que estos me provocaron (trabarme, leer deprisa…).
Sin duda, una actividad muy adecuada para conocer las tres tipos de formas que existen de contar cuentos y saber cómo diferenciarlas.

BIBLIOGRAFÍA:
Apuntes del Bloque 2 del Módulo Docente.
Oxford Education (2012). La hora del cuento…
Guía de trabajo de la asignatura.

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